Se pintó los labios y se sentó junto a la ventana. El viento movía todas las ramas de los árboles de su jardín.
Su largo pelo caía sobre su hombro. Su mirada estaba perdida en algún punto del jardín, quizás miraba un mirlo que removía la tierra.
Se hacía de noche y no había preparado nada de comer, en realidad hacía mucho tiempo que no comía nada en condiciones desde que enviudó.
Se sentía sola en aquella casa tan grande. No había tenido contacto con alguien desde que su marido murió y lo único que hacía era mirar por esa ventana esperando reunirse con él.
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